FICCIÓN DRAMÁTICA - IRONÍA
DRAMÁTICA
FICCIÓN DRAMÁTICA - IRONÍA
DRAMÁTICA
Esta secuencia del autobús puede considerarse bajo distintas perspectivas: la clásica del suspense, la técnica del montaje lineal reducido, la ideológica del tema del coyuntural terrorismo, la psicológica en sus múltiples manifestaciones y también la más inclusiva de todas o la formal o imaginativa de ironía dramática.
En la ironía dramática la percepción por parte del receptor implica incongruencia o discrepancia entre lo que idealmente debiera ser y lo que es. El receptor percibe la discrepancia de esta doble perspectiva en una misma situación.
La ironía dramática puede ser un recurso parcial o convertirse, a causa de su recurrencia, en argumento estructural. Si aparece como recurso esporádico o de forma parcial es distinto a si lo hace de forma recurrente a lo largo de los elementos narrativos y audiovisuales de toda la obra. La obra adquiriría, en este último caso, una tonalidad, un argumento global o una visión determinada por una forma contundente.
Entre las discrepancias e incongruencias está aquella de que el espectador sabe más sobre el destino del protagonista que él u otros personajes. Este recurso narrativo se repite a lo largo de los siglos. En el caso de Edipo Rey de Sófocles, los espectadores sabían más que el protagonista sobre su destino y consecuentemente todo lo que dice o hace se convierte en irónico. En Sabotaje aparece algo muy similar a nivel global y también a nivel particular en escenas como es el caso de la del autobús. Una diferencia importante es que Edipo llega a saber quién es; al final, ciego, reconoce que ve más que cuando no lo era. En Sabotaje, tanto para los que mueren como los que perduran, la situación es algo distinta, aunque en ambas obras tememos por su destino.
En la secuencia del autobús de Sabotaje (extracto 1), el muchacho no sabe que uno de los paquetes que le han encargado entregar es una bomba que explotará en 14 minutos. No podemos evitarles ese inminente y fatídico devenir. No sólo nos encontramos con este tipo de ironía narrativa sino también otros. Desde el mismo comienzo de la secuencia se nos sorprende con los tan extemporáneos como pretendidamente chistosos chascarrillos del revisor. Nos llama igualmente la atención el suntuoso abrigo de pieles de la señora del perrito. No menos irónica es la insistente protección y sentido del deber con los paquetes por parte del chico.
A estas ironías del contenido hay que sumar las audiovisuales de encuadres, montaje, duración y angulación de planos, música, ritmo, tempo, etc., analizados en la secuencia del autobús (extracto 1). En ella se recurre al suspense mediante el montaje para reforzar el intrigante temor.
Como no podemos hacer nada para que la bomba no explote e impedir que salte por los aires el autobús con todos sus pasajeros, y entre ellos y muy particularmente el chico y el perrito con los cuales empatizamos de manera especial, la angustia emocional del suspense es muy fuerte, pero también ambigua. Pues, cuando desearíamos que se deshaga lo antes posible de la bomba, se nos implica irónicamente como cómplices ya que no nos importa que les pueda explotar a otros.
Sería una especie de terror emocional si no se nos liberase del intenso dramatismo con ironías recurrentes y, sobre todo, catárticas dosis de humor negro. Este latente terror infligido en el espectador como el ejercido en una población inocente por terroristas o caprichos divinos como en el caso de Edipo, sería insoportable. Al espectador este distanciamiento irónico le permite captar múltiples significados.
Pero estas ironías no sólo aparecen en esta secuencia del autobús sino que son recurrentes a lo largo de toda la obra.
Mencionemos algunas como la ansiedad del público por divertirse o de los terrorista por aterrorizar (recuérdese que a Verloc no le pagan por el primer atentado porque dejar a Londres sin luz causó risa a sus habitantes). También los charlatanes de feria, los atascos de tráfico, los romances improbables y el caos social son irónicos. Un caso aparte es el que tiene lugar cuando la mujer de Verloc, la cual, ironía de ironías, tras el asesinato de su marido, tiene que pasar por la sala de cine en la que se proyecta un film de dibujos animados y sin querer se ve impelida a reírse a coro con los espectadores a pesar de la congoja de su propia tragedia. Si tomamos en cuenta, por ejemplo, la imaginería, ésta incide igualmente en el aspecto diabólicamente irónico cuando, por ejemplo, los terroristas se refieren al explosivo con la frase “el pájaro volará a la 1:45”. La borrosa frontera entre luz y oscuridad, entre el bien y el mal, entre lo perverso y lo inocente en ese matrimonio del cielo y el infierno, las económicas motivaciones de los atentados del remiso Verloc o el ajusticiamiento a manos de su mujer, la facilidad con la que se pasa por alto ciertas actuaciones como la del revisor o el reflejo del comportamiento público de las masas que se permiten comportarse a su campante antojo son algunas ironías más.
(Extracto 2) Sabotaje
(Réplica de calle)
(Extracto 1) Sabotaje (1936) de Alfred Hitchcock
Cuando solapadamente nos sentimos identificados con el despecho de la mujer de Verloc por la muerte de su joven hermano, su venganza es dramáticamente irónica dado que nos hace cómplices al desearla. Para que así la aceptemos, se recurre de nuevo al montaje, pero de otro tipo (extracto 2): se yuxtaponen planos de los dos personajes con los de los objetos y como sin premeditación alguna por parte de ella cuando Verloc se levanta y bordeando la mesa pasa por delante de la cámara se topa con el cuchillo; su ajusticiamiento nos resulta irónico como si fuese poco menos que por él deseado; también hay un inserto audiovisual de los trinos de dos enjaulados pajaritos que parecen anticipar la situación de la nueva pareja. De hecho, poco después, al desaparecer el cadáver carbonizado de Verloc en el incendio de su vivienda y cine, al policía que le vigilaba y que se relacionaba con la mujer del esfumado criminal, la vía al enamoradizo agente le queda expedita para arroparla con un prospectivo romance, por ella consentido. Sin embargo, esta relación de pareja entre el policía pretensor y la desangelada mujer se cimentaría en una impune y enjaulada complicidad dramáticamente irónica.
Cuando este tipo de ironías dramáticas se convierten en recurrentes a lo largo de todo el film, éstas estructuran toda la obra bajo un entramado patrón narrativo que implementa una visión y no otra.
Por último, otro elemento más que refuerza este patrón irónico es la actitud objetiva del narrador, dejando que los acontecimientos hablen por sí mismos y se encarguen por sí solos de la credibilidad. Y así es como sucede en Sabotaje. Hasta tal punto se lleva a cabo con este celo, que, para la escena del autobús, Hitchcock convenció a la Gaumont, a pesar de su elevado coste, para que construyese una réplica exacta de la calle por la que va el autobús a Piccadilly Circus (ver foto). Ello le permitió no sólo la credibilidad deseada sino también filmar las escenas de diálogo con el embotellado tráfico fluyendo en segundo término y presentar así la ironía deseada en toda su fuerza dramática sin menoscabo de que la un tanto farragosa visión global del film nos haga dudar a veces si la imaginativa ironía dramática implementa una tonalidad global determinada y no otra.