TRANSICIÓN ENTRE PLANOS - FUNDIDO encadenado
FIGURATIVO
TRANSICIÓN ENTRE PLANOS - FUNDIDO encadenado
FIGURATIVO
Ocho y medio
En Ocho y medio (1963) de Federico Fellini, tras su confesión por haber ido a ver bailar a la vigorosa Saraghina, calificada por el confesor de demonio, vemos a Guido arrodillarse ante la Virgen. La cámara toma un primer plano de Ésta y éste se sobreimpresiona con la imagen del bunker de la playa en el que vive la Saraghina y a la que Guido, transmutado allí, encuentra sentada en una silla de cara al mar tarareando una canción de cuna, su velo diáfano y blanco ondeando al viento, lo que le da un toque más angelical que diabólico o quizás inseparablemente ambos. Al asociar la imagen de la Virgen con la morada de la tan vigorosa como maternal figura, Guido parece estar transmutando su recuerdo de forma positiva y resolviendo uno de los traumas con los que, en este caso, su educación religiosa dividiera su alma y superar así una más de esas tantas dicotomías que lastran su creatividad. El fundido-encadenado parece fundir en una poderosa imagen su deseo de inocencia vital y celebrar así el transformador poder integrador y creativo de su imaginación.
Psicosis
En Psicosis (1963) de Alfred Hitchcock se encuentra este fugaz fundido-encadenado con el que expresa visual y metafóricamente la abstracta idea de la psicopatía del protagonista mediante tres imágenes encadenadas: la del protagonista mirando directa y socarronamente a la cámara, la de la esquelética difunta, coincidente con la de su demente vástago que asume la personalidad de la difunta, y la de la cadena que arrancando del busto expondrá el cadáver oculto de la psicosis.