ILUMINACIÓN

CONTRAstante

 

Ciudadano Kane

En Ciudadano Kane (1960) de Orson Welles, hay un uso constante de la iluminación en la composición del encuadre, dentro de un mismo plano y en el paso de un plano a otro; en una misma escena o en el paso a la siguiente. El presente extracto da cuenta de este uso de la iluminación, si bien todo el film utiliza esta técnica de contraste del claroscuro. Kane pasa del oscuro pasillo a la habitación luminosa de Susan, cerrando de golpe la puerta tras de sí. Viste un traje negro. Los contrastes son abundantes. Al final de la escena Susan se va adentrándose en la oscuridad del fondo del pasillo; su vida se adentra en la oscuridad como bien se constata, diez años después, en la próxima escena del oscuro bar a la que se pasa bruscamente con un fundido en negro, para seguir con su relato al reportero.

El año pasado en Marienbad

En El año pasado en Marienbad (1961) de Alain Resnais, en las escenas en las que los recuerdos conectan con momentos agradables aparece una intensa iluminación blanca que contrasta con  los sombríos recuerdos de otras rememoraciones.


El séptimo sello

En El séptimo sello (1957) de Ingmar Bergman, las escenas de  familia de los cómicos saltimbanquis con su bebé están presentadas con mayor luminosidad que el resto, como realzando un mundo que se complace en la inocencia y la felicidad.


(Extracto 1) La dolce vita

En La dolce vita (1960) de Federico Fellini, los episodios de mayor degradación tienen lugar por la noche con luz artificial. Al amanecer, la luz, aunque brillante, no tiene ningún efecto positivo o revelador sino molesto para la resaca de los trasnochadores. Sin embargo, dos episodios en los que aparece una chica adolescente, esta brillante luminosidad sí tiene un halo positivo. Uno hacia la mitad del film en el bar de una playa donde trabaja temporalmente la adolescente, y otro, al final, también en una playa donde la chica ve de lejos a Marcello e intenta saludarle. En ambos la brillante luminosidad la asociamos con la frescura, inocencia, espontaneidad, pureza y todas esas cualidades ideales de inocencia de la adolescente que el mundo de Marcello y su entorno han perdido (extracto 1).  En el segundo episodio, al final del film, también en una playa, a la que Marcello y su grupo han llegado tras otra noche de larga y oscura degradación y donde se topan con un monstruoso pez que bien puede representar el engendro de sus andanzas, ella hace señas de lejos a Marcello; pero Marcello no parece reconocerla ni apenas oírla con lo que vuelve a reunirse a su grupo de incansables que se va (extracto 2).

(Extracto 2) La dolce vita